Dicen de nosotros -los jeltzales- que le damos a todo: a la derecha, a la izquierda, al independentismo, al españolismo, al republicanismo, al monarquismo (…). Será la transversalidad. Ayer Azkuna estuvo con el Borbón mayor, y aunque hoy Deia titule la noticia con un «El foro mundial de alcaldes centra el encuentro entre Azkuna y el rey«, el hecho de que la audiencia fuera solicitada por el propio Azkuna -y no por el ayuntamiento bilbaíno- y de que el propio diario matice el titular con un «aunque no han trascendido detalles de la reunión, a buen seguro han hablado del foro mundial de alcaldes que se celebrará en Bilbao el próximo año«, hay lo que hay; es decir: no tienen ni puñetera idea de a qué coños fue Azkuna a casa del fefe de Estado de España, y menos aún de si hablaron de algo o jugaron al mus con un par de pajes del palacio.

Sí, definitivamente, le damos a todos los palos. Anasagasti se desgañita día sí y otro también en denostar la monarquía, a los monarcas borbones, a los borbonitos y demás advenedizos -que son a cientos-, y nuestro particular tardomonárquico Azkuna se divierte con un rey muy necesitado de apoyos de todo tipo; y si son de un partido que en toda su anchísima banda ideológica también tiene militantes que profesan su fe monárquica, miel sobre hojuelas.

De Azkuna poco más se puede añadir a lo ya dicho. Quizás que una vez que decida dejar los trastos del Ayuntamiento será muy difícil dar con otra figura como la suya. Decenas de miles de señores -y, sobre todo, señoras- de la Bilbao de Toda la Vida, con más carga españolista que jeltzale, le votan por ser él quien es, y por ser él como es. Nos puede soliviantar, pero hay lo que hay.

Yo, personalmente, me quedo con la figura de Ryan Giggs y otros muchos galeses, escoceses e irlandeses que se han negaddo a cantar el ‘God save the Queen’. ¡Con dos cojones! Parecía que los británcios volvían a sus esencias decimonónicas después de la ceremonia inaugural olímpica, pero los extremos de las islas se han encargado de poner las cosas en su sitio.

Ya me hubiera gustado a mí que alguno de los vascos que han participado con la Roja hubiera tenido un detalle parecido, sólo uno. Pero no; ni siquiera el de Ondarru. Todos tan contentos con la rojigualda. Y luego despotricamos de Azkuna.